La patria abatatada

Bun Alonso
2 min readDec 3, 2022

Conocí el verbo abatatar hace sólo unos días gracias a Martín Caparrós cuando le escribió a Juan Villoro, en su intercambio de cartas en El País, que los mexicanos se iban a abatatar ante Argentina. Después de la victoria de los de Messi, Caparrós lo confirmó: “Se abatataron, nomás, tus compatriotas: están verdes”, le dijo a Villoro.

Abatatar significa algo así como inhibirse ante algo, acobardarse, ponerse tontos, y fue un buen juego de palabras que involucraba al apodo del DT de la selección: el Tata. De modo que los ratones verdes se aba-tata-ron.

No sólo ellos, el futbol mexicano entero está abatatado: la Selección se ha quedado sin clasificar a las Olimpiadas de París 2024, y tampoco jugará el Mundial sub 20; y lo mismo con la femenil: ni Mundial ni Olímpicos.

De lo único que por el momento el futbol nacional puede presumir es de que la selección mexicana es una de las primeras clasificadas al Mundial de 2026.

Yo, por mi parte, hurgo en mi memoria y no logro encontrar si quiera resquicios de simpatía por la Selección; de que alguna vez, de pequeño, me haya sentido emocionado al verla jugar. No hay un hilo emocional que me una a ella como si lo hay con el Santos, equipo local, por el que mi padre y abuelo derramaron lágrimas. ¿O será que, igualmente, el localismo es una especie de patria pequeña?

A la palabra patria los grandes marketineros de la historia la han engrandecido para con ella justificar invasiones, guerras y agravios. Ha sido el gran comodín para que señores de traje y muy pulcros se sienten en sus oficinas mientras ordenan que los hijos de la patria vayan y se batan a muerte por defenderla. Incluso a mitad del siglo pasado sirvió para que hombres revolucionarios, sin trajes y nada pulcros, la enarbolaran también: Patria o muerte. Y hubo algo de esperanza de que fuera otra cosa, una patria nueva para el hombre nuevo. Aunque luego esa patria se volvió tan podrida como cualquier otra.

La patria casi siempre ha estado rodeada de belicismo. Está en muchos himnos nacionales; sin ir más lejos, en el nuestro. Y algunos se emocionan hasta el llanto cuando lo entonan porque se sienten soldados, los elegidos a partírsela en una guerra que ya estaba perdida incluso antes de que empezara. Como Alexis Vega, quien salió de Qatar 2022 con cero goles anotados, cero asistencias y de 15 a 20 lágrimas derramadas.

Lo bueno de que la selección mexicana se haya abatatado es que el patriotismo no avanzará más en este Mundial. Que de por sí ya se estaba volviendo insoportable combinado con el patriotismo cuatrotero surgido de la marcha oficialista de Obrador.

Ojalá el Tata se hubiera quedado a dirigir la Selección y así abatatara a la patria por más tiempo.

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Bun Alonso

Escribo. Autor de "Le nacimos como un lunar al mundo" (Buenos Aires Poetry, 2022). Coord. editorial en www.heridasabiertas.com bunalonso.blogspot.com